Ayutthaya, un lugar excepcional para estrenar el Año Nuevo tailandés
Ayutthaya fue en otro tiempo, durante cuatro siglos, la capital de Tailandia, además de una de las ciudades más prósperas del sudeste asiático. Las guerras y el tiempo acabaron con su gloria, pero de todo aquello hoy queda un impresionante conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad, que hay que ver obligatoriamente si se viaja al país, tan cerca como queda además de Bangkok.
Lo mejor es descubrir sus ruinas a bordo de una embarcación. Porque Ayutthaya, cuyo nombre completo significa ‘ciudad impenetrable’, fue erigida en la confluencia de tres ríos –Chao Phraya, Lop Buri y Pasak– de tal forma que el entramado quedaba rodeado por el agua, convertido en una isla a la que se vertebró de canales para favorecer la comunicación interna.
En el embarcadero que hay al otro lado del palacio Chan Kasem se alquilan botes con conductor que permiten contemplar desde el agua los wat, es decir, los templos del conjunto. También los hoteles ofrecen este circuito que, por lo general, dura un par de horas. Durante el agradable paseo se visitan tres templos que quedan fuera de la isla, entre los que destaca el Wat Phanan Choeng. En esta bella construcción jemer se esconde un colosal buda de 19 m de altura, al que los fines de semana acuden los peregrinos budistas para practicar un ritual: el de envolverse en una enorme tela de color azafrán. El resto de las paradas son el Wat Phutthaisawan, con interesantes figuras escultóricas, y el Wat Chai Watthanaram, uno de los enclaves más fotografiados, especialmente en la puesta de sol.
EN MINI CRUCERO DESDE BANGKOK
Pero si hay una manera especial de navegar por Ayutthaya, es la que tiene lugar a bordo de los cruceros que llegan surcando el Chao Phraya desde Bangkok. Se trata de embarcaciones que emulan las barcazas de arroz que antaño abarrotaban el lugar, cuando esta próspera ciudad fue bautizada como la Venecia de Oriente. Hoy, dotadas de camarotes, son auténticas joyas flotantes. Algunas efectúan el trayecto desde la capital para después bordear el recinto histórico. Otras continúan en una travesía de hasta tres días por bellas áreas rurales donde los arrozales constituyen su principal medio de vida. Varias empresas como Thanatharee (thanatharee.com) o Asian Oasis (asian-oasis.com) organizan estas salidas.
Sea cual sea la opción, lo cierto es que la llegada resulta espectacular. A un ritmo casi ceremonioso, las estupas asoman entre la vegetación, mientras la brisa alivia el sofocante calor. Así, van apareciendo las siluetas del conjunto arqueológico con el memorable colofón del Wat Chaiwatthanaram.
Cierto es que, para apreciar a los wat de cerca, se impone después dar un paseo a pie por el recinto. Porque no hay que perderse el Wat Phra Si Sanphet, con sus tres grandes chedis o estupas alineadas; el Wat Yai Chaya Mongkol, con su hilera de budas con túnicas naranjas; el Wat Lokayasutharam, con la titánica escultura de Buda reclinado; y el palacio Viharn Phra Mongkol Bophit, semejante al de Bangkok, que aloja –de nuevo- un gigantesco buda, esta vez dorado y sentado sobre una base. Tampoco hay que dejar pasar la imagen más carismática: la cabeza de un buda de piedra aprisionada por las raíces de un ficus, que pertenece al Wat Mahatat. Congelada en su expresión de ironía, puede que anticipara el triste destino de este enclave.
Y TAMBIÉN MUY PRÓXIMO
A poca distancia de las ruinas está Elephant Stay (elephantstay.com), un santuario de elefantes donde una organización benéfica desarrolla un programa de reproducción de estos paquidermos, el animal nacional de Tailandia, adquiriendo ejemplares enfermos o maltratados. Se interactúa con ellos, se les alimenta, se les baña e incluso se puede dar un paseo sobre sus lomos.
GUIA PRÁCTICA
CÓMO LLEGAR
No existen vuelos directos a Tailandia desde España. Sí los hay con una escala desde Madrid o Barcelona, como los que operan a Bangkok compañías como Emirates, Qatar, KLM… Una vez en la capital tailandesa, existen tres formas de llegar a Ayutthaya: por carretera, en las típicas vans que salen, cada 25 minutos, del monumento a la Victoria; en tren, con viajes frecuentes desde las estaciones de Bang Sue y Hua Lamphong, y también en cruceros a través del río Chao Phraya.
DÓNDE DORMIR
En Bangkok, el Mandarin Oriental (mandarinoriental.es/bangkok) es la joya de la corona de los hoteles, emplazado a la orilla del Chao Phraya. También en las márgenes del río, The Siam (thesiamhotel.com), que propone una auténtica experiencia thai (escuela de cocina tailandesa, terraza de yoga, spa…) en elegantes suites y villas de estilo art decò. Quienes prefieran hacer noche en Ayutthaya, encontrarán el mejor alojamiento en Krungsri River Hotel (krungsririver.com), un hotel de cuatro estrellas con vistas al río que destila la esencia del antiguo reino.
DÓNDE COMER
La gastronomía tailandesa es uno de los grandes descubrimientos si se viaja por primera vez a este país. A nadie deja indiferente su variedad de platos en los que nunca falta el arroz, los fideos o el curri. Comer en los puestos callejeros puede intimidar al principio, pero es una práctica muy común en la que puedes comprobar de primera mano el buen estado de los alimentos. Bangkok es la gran estrella gastronómica del país con restaurantes de fama mundial como Nahm (comohotels.com), elegido el mejor de Asia. En Ayutthaya, Baan Watcharachai (junto a Th Worachate, detrás del Wat Kasatthirat) es un curioso restaurante, emplazado en un barco de madera, desde el que se puede disfrutar de una comida con vistas a los templos. El siempre concurrido Baan Mai Rim Nam (Th U Thong) está especializado en pescado fresco y al vapor a buenos precios.
El mercado nocturno de Hua Raw se encuentra en el extremo norte de la isla central de la ciudad y consiste en unas cuantas mesas al lado del río, donde los cocineros preparan la comida en el momento. Una buena opción para probar platos típicamente tailandeses como el famoso pad thai. (H).