Corrupción e inseguridad opacan éxitos económicos en campaña mexicana
La corrupción y la inseguridad han dejado en segundo plano la relativa bonanza económica de México y centran la campaña de los candidatos a la Presidencia, que el domingo tendrán su primer debate rumbo a la votación del 1 de julio.
Con un discurso enfocado en la lucha contra la corrupción, el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador sigue muy por delante en las intenciones de voto, mientras el oficialista José Antonio Meade sigue estancado y sin poder aprovechar los aspectos positivos del Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
“Hay temas que opacan los logros de cualquier gobierno. Son aquellos temas más sensibles y cercanos a los ciudadanos, como la corrupción, la violencia y la inseguridad”, dijo a Efe el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.
México cerró 2017 con 25.339 homicidios dolosos, la cifra más alta en dos décadas, y 76,8 % de los mexicanos sienten que vivir en sus ciudades es inseguro, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Un recuento de la asociación civil Mexicanos Contra la Corrupción arroja 24 exgobernadores con escándalos de corrupción, 18 de ellos del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Todo ello ha llevado al PRI a cotas de impopularidad enormes entre la ciudadanía. Y Meade, que no milita en el partido pero ha ocupado importantes cargos en esta Administración, como las carteras de Exteriores y Hacienda, continúa sin despegar en los sondeos.
Detrás de López Obrador, del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se mantiene el conservador Ricardo Anaya, del Partido Acción Nacional (PAN), claramente como segunda opción de los votantes.
La ventaja de López Obrador ha generado enorme inquietud en el sector empresarial, y desde el magnate Carlos Slim a la patronal del Consejo Coordinador Empresarial no ocultan sus temores a una victoria del político izquierdista.
Para Ulises Flores, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), la campaña está marcada hasta ahora por el fracaso de Meade en “capitalizar” sus fortalezas -es un tecnócrata con prestigio nacional e internacional- y trasladarlas a la política.
Meade busca marcar distancias del PRI. “No todos somos iguales, se puede hacer política sin lavar dinero”, dice en un promocional en que aparece rodeado de jóvenes.
En este contexto, los logros económicos de esta Administración quedan relegados a segundo plano, pese a que el Ejecutivo los cacarea siempre que puede en actos oficiales, conferencias de prensa y publicidad oficial.
Las reformas del sector energético y de telecomunicaciones constituyen todo un hito en un país con un exceso de intervencionismo estatal. En telecomunicaciones, por ejemplo, permitió una caída sustancial de las tarifas de alrededor de 60 %.
La energética, que abrió el sector a la iniciativa privada tras casi ocho décadas de monopolio estatal, ha permitido convocar concursos de licitaciones y firmar contratos de explotación con compañías internacionales. En total, el Ejecutivo estima unas inversiones comprometidas de 200.000 millones de dólares, que se harán efectivas de ser exitosas las prospecciones.
En general, el sector empresarial y la banca han aplaudido el afán por controlar el gasto público y la estabilidad económica, pues el producto interno bruto (PIB) del país ha crecido 2,2 % en promedio de 2013 a 2017.
Ello pese a la volatilidad en mercados internacionales, la caída del precio del petróleo y el efecto Donald Trump y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), una auténtica montaña rusa.
No obstante, estos éxitos han sido moderados y no se han trasladado al ciudadano medio.
Para Carlos Elizondo, profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, hay “descontento” por la situación económica, aunque esta no ha sido “tan mala” como en grandes potencias regionales como Brasil.
“Pero la inflación ha sido más alta que la acostumbrada en años recientes, por lo que hubo una erosión del salario real, y se siente en el bolsillo”, apuntó a Efe Elizondo.
En 2017, la inflación creció 6,77 %, la más alta desde 2000, un hecho motivado por la subida por decreto de los combustibles en enero del pasado año.
“El crecimiento fue estable pero a riesgo de tres grandes cosas”, señaló Flores. El PIB registró un alza “mediocre” a costa de deuda, no se pudo controlar la administración en los estados y ello derivó en desvío de recursos.
Repercutiendo, al final, en una mínima mejora en el plano laboral, pese a que el Ejecutivo habla de cuatro millones de empleos formales creados en la actual administración.
“Es una cifra engañosa, porque buena parte de este nuevo empleo es la formalización de viejo empleo con mayor fiscalización”, consideró Elizondo.
Meade, en medio de una encrucijada, debe sacar a relucir su experiencia el domingo en el primer debate presidencial para tratar de cambia la tendencia en las encuestas.
“Está urgido de un debate porque sabe que tiene más argumentos”. (Efe).