De ser una multimillonaria socialité a desvanecer sin dejar rastro
Gulnara Karimova fue en algún momento la mujer más poderosa del centro de Asia, tanto que se llegó a pensar que podría suceder a su padre, el exlíder uzbeko Islam Karimov. Convertida en toda una influencer, la diseñadora tenía una fortuna de alrededor de 500 millones de euros, lo que le permitía vivir la vida del jetset. Pero de un día para otro, simplemente se desvaneció y dejó de aparecer en aquellos eventos en los que siempre era protagonista.
En medio del misterio, en agosto del 2017, las autoridades de Uzbekistán dieron a conocer que había sido detenida y juzgada, por lo que se encontraba cumpliendo una condena por fraude. Además de se le acusaba de pertenecer a un grupo del crimen organizado que operaba en 12 países. A pesar de esto, la realidad es que a ciencia cierta nadie sabe realmente en dónde se encuentra, ni siquiera sus familiares más cercanos.
Desde 2014, se dejaron de tener noticias de ella. Después de haber sido parte de las listas de invitados más exclusivas, en 2011 fue declarada persona ‘non grata’ por la Fashion Week de Nueva York ante la presión de las organizaciones en pro de los derechos humanos. Estos grupos denunciaban abusos de su padre, por lo que consideraban que no era una imagen deseable para tener en la front row. A partir de ahí, de a poco, su luz se fue apagando y comenzaron a desaparecer las fotografías de ella.
Cuando en 2016 perdió a su padre, no se le vio en el entierro y desde entonces no ha visitado el enorme mausoleo que se puso en su honor. Su hijo Islam, quien desde hace años vive en Reino Unido, no cree la explicación que se ha dado y ha llegado a apuntar a que ha muerto. En una entrevista dada a la BBC, fue contundente: “No entiendo cómo en pleno siglo XXI, nadie puede responder a una cuestión tan simple: ¿dónde está mi madre?”. (H).