Erdogan llega a Alemania con el objetivo de normalizar las relaciones
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aterrizó hoy en Berlín en medio de extremas medidas de seguridad para una visita de Estado en la que busca normalizar las deterioradas relaciones con Alemania y lograr un frente común ante los desafíos globales.
En una columna que publica hoy en el diario “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, Erdogan subraya que es “imprescindible” para ambos países “abrir un nuevo capítulo en las relaciones” y “dejar de lado las discrepancias” y los “temores irracionales”.
Afirma, además, que desea avanzar con Alemania, al igual que con otros países, hacia unas relaciones “de igual a igual y basadas en el respeto mutuo”.
Subraya la necesidad de centrarse en los “intereses comunes” y responder a desafíos comunes como el terrorismo, la cuestión migratoria, los refugiados y el resurgimiento del proteccionismo comercial.
La canciller alemana, Angela Merkel está interesada, por su parte, en hablar del “amplio abanico de temas en las relaciones bilaterales germano-turcas, incluidos los ciertamente complicados”, así como de asuntos de política exterior que “ocupan y preocupan” a ambos países, avanzó ayer el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.
Erdogan tiene previsto reunirse hoy a puerta cerrada con representantes de organizaciones turcas antes de abordar mañana su agenda oficial, que comenzará con un recibimiento con honores militares por parte del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier.
Después celebrará una comida de trabajo y una rueda de prensa conjunta con Merkel, con la que también se reunirá para un desayuno el sábado.
Mañana por la noche, Steinmeier ofrecerá una cena de gala en el Palacio Bellevue a la que no asistirá la canciller -es habitual que no asista a este tipo de banquetes-, ni tampoco muchos políticos de todos los partidos de la oposición, que ante la represión en Turquía consideran inapropiado el formato de visita de Estado.
Erdogan viaja acompañado de su esposa, Emine, y de su yerno y ministro de Finanzas, Berat Albayrak, además de los titulares de Exteriores, Mevlüt Cavusoglu; Defensa, Hulusi Akar; Comercio, Ruhsar Pekcan, y el jefe de los servicios secretos, Hakan Fidan.
Con motivo de la primera visita de Estado a Alemania de Erdogan -ha estado en una decena de ocasiones antes como primer ministro y también como presidente- numerosas organizaciones, como Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras, han convocado una decena de manifestaciones.
A una de las principales protestas -que partirá mañana por la tarde bajo el lema “Erdogan not welcome” (“Erdogan no es bienvenido”) desde la plaza Potsdamer Platz, los organizadores esperan convocar a alrededor de 10.000 participantes.
La policía ha extremado las medidas de seguridad, desplegará a varios miles de agentes y contará con refuerzos de otros estados federados, indicó un portavoz de las fuerzas de seguridad berlinesas al diario “Bild”.
Además, la policía ha procedido a acordonar un amplio radio en torno al barrio gubernamental y la Puerta de Brandeburgo, a pocos metros de la cual se encuentra el hotel Adlon, donde se hospeda Erdogan, y ha cortado el tráfico en la zona desde primeras horas de esta mañana y hasta el sábado por la tarde, cuando el presidente se trasladará a Colonia para inaugurar una mezquita.
La alcaldesa de Colonia, la independiente Henriette Reker, anunció ayer que no acudirá a la inauguración después de que la asociación de mezquitas Ditib, afín al presidente turco, no comunicara a las autoridades locales qué papel iba a desempeñar la ciudad en el acto y si podría pronunciar un discurso.
Precisamente, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV) -el espionaje interior- está estudiando poner bajo observación a la asociación por controvertidos discursos de sus imanes y presuntas actividades de espionaje contra opositores.
Erdogan, que esta vez ha renunciado a celebrar un mitin para sus seguidores en un recinto de grandes dimensiones, tiene previsto pronunciar en la mezquita un discurso de unos veinte minutos.
Berlín y Ankara viven un período de tensión, en particular desde que el Parlamento alemán reconociera en 2015 como genocidio las masacres contra los armenios cometidas hace más de un siglo por el Imperio otomano, y también después, con el golpe militar fallido en Turquía en 2016, al que Erdogan respondió con una ola de represión y de detenciones, también de ciudadanos alemanes. (Efe).