Las concesiones forestales de Guatemala: ante el reto de modernizarse
Petén (Guatemala).- Cuidar el impacto ambiental, establecer los nuevos planes anuales o quinquenales o planificar las estrategias de aprovechamiento son unos de los retos que enfrentan regularmente las concesiones de manejo forestal sostenible en Guatemala.
Bajo la mirada vigilante del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), las concesiones de manejo de recursos forestales realizan un trabajo de investigación y planeamiento de las zonas aprovechables, repartiéndolas en áreas distintas que proporcionan diferentes tipos de productos.
Lo más común son las zonas de aprovechamiento de bosques maderables, que están sometidas a normas muy específicas y estrictas, dictadas por el Conap.
Por ejemplo, cada zona aprovechada debe estar sembrada por las mismas especies de árboles cortados después de haber sido utilizada y quedarse 40 años sin poder explotarlas con el fin de proteger el crecimiento de los árboles.
En el caso de las zonas no maderables, la recuperación es mucho más rápida, lo que permite a los concesionarios aprovechar una zona cada cuatro meses, sin riesgo de dañar al bosque.
Para la supervisión del territorio, las concesiones pueden contar con el apoyo de la institución estatal pero también de ayudas externas al proyecto, como es el caso de la aplicación Avanza Map, que se puede descargar en el teléfono móvil y que permite el contado y el apuntamiento de la posición de cada árbol.
El Conap se encarga de controlar el trabajo de las concesiones, pidiendo informes y apoyando las ideas novedosas como el cultivo de nuevas especies para diversificar los productos proporcionados por las concesiones o la apertura a nuevos mercados internacionales como Europa o Asia, a pesar de la falta de reconocimiento del Estado.
En este contexto, las concesiones todavía parecen tener las ganas de cuidar de los bosques, intentando innovar, poniendo en práctica nuevos proyectos y modernizando sus equipamientos aun en el marco de un presupuesto débil.
Un ejemplo de las innovaciones que realizan estas concesiones es “Carmelita”, que al acercarse su prórroga ha decidido girar hacia el turismo sostenible. Desde el inicio del proyecto, en 1997, se ha reinventado y tras 20 años busca renovar su contrato.
Aunque sufre serios problemas que le impiden aprovechar al máximo los recursos maderables de sus 53.757 hectáreas de bosques, la concesión decidió continuar el plan de aprovechamiento y concentrarse en la realización de nuevos proyectos.
Uno de sus actuales problemas, y no menos importante, son las líneas de transporte, o mejor dicho, la única ruta viable para transportar los productos.
Los responsables de la junta directiva acordaron que la concesión necesita mejores vías de transporte, dado que el estado actual de la pista dificulta la promoción de la empresa comunitaria y el envío de los productos listos para la venta.
Pero se encuentran inevitablemente confrontados con el presupuesto, debido a que el aprovechamiento que la comunidad hace del bosque apenas le basta para subsistir. Y es que el procesamiento de las maderas está muy por debajo de las capacidades reales de los equipos.
Y justamente, a fines de integración social, la Carmelita buscó involucrar más a los jóvenes, sobre todo en los trabajos de carpintería, capacitándoles para que estén ocupados y así cuiden su entorno sin dañarlo.
Uno de los ejes principales es el turismo sostenible, que permite también a la comunidad involucrar puntualmente a una gran parte de sus miembros para cuidar a los turistas que quieren vivir una aventura en plena selva.
De hecho, el turismo sostenible es un punto clave en la idea de modernizar la concesión que se encuentra justo a la entrada del parque nacional El Mirador, donde se pueden observar unos de los más impresionantes vestigios de la civilización maya.
Ya existe una agencia tour operador y un sitio internet donde es posible comprar su estancia, pero también se contará, dentro de poco, con al menos 5 casitas destinadas al turismo de investigación en Puerto Arturo, un área vigilada por la comunidad de Carmelita y famosa por ser un refugio de vida silvestre.
Gracias a su perseverancia, la comunidad incrementó la cantidad de paquetes turísticos, alcanzando en 2017 un total de 1.315 turistas, permitiendo el ingreso de más de 1.880 millones de quetzales (unos 243 millones de dólares) que siempre tratan de invertirse en la construcción de otras infraestructuras para el turismo.
Sin embargo, la comunidad denuncia que los impuestos reclamados por el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales obstaculizan el desarrollo económico de los proyectos turísticos de la concesión.(EFE).