Lugares de España que huelen a chocolate
MONASTERIO DE PIEDRA (ZARAGOZA)
No fue en un palacio real ni en una gran capital. El primer chocolate de Europa se elaboró en 1534 en este antiguo monasterio cisterciense de Nuévalos, cerca de Calatayud, con las semillas de cacao que envió desde América fray Jerónimo de Aguilar, el cual anduvo con Hernán Cortés en la conquista de México. Por eso la vieja cocina monacal alberga una exposición sobre la historia del chocolate. En ver esto, el resto del monasterio y el alucinante parque que lo rodea, lleno de cascadas, lagunas y grutas, se echa la mañana entera. Por la tarde, o ya al día siguiente, podemos acercarnos a la capital zaragozana y darnos un dulce homenaje con el Chocopass, un bono que por nueve euros permite saborear cinco especialidades a elegir en más de 20 chocolaterías y pastelerías de la ciudad.
ASTORGA (LEÓN)
Dicen que fue el mismísimo Hernán Cortés el que trajo el cacao a esta ciudad, cuando quiso casar a su hija María con Álvar Pérez de Osorio, heredero del marquesado de Astorga. Trajéralo quien lo trajese, el caso es que aquí echó raíces y floreció (metafóricamente hablando) como en ningún otro lugar de España, llegando a haber 49 fábricas de chocolate a principios del siglo XX. Quien tuvo, retuvo, y aún hoy cinco productores locales defienden contra el viento y la marea de la globalización la suprema calidad artesana del chocolate de Astorga: La Maragatina, La Cepedana, Peñín, Santocildes y El Arriero Maragato, famoso, este último, por haber inventado el chocolate con cecina. Además, hay en Astorga un Museo del Chocolate un Centro de Interpretación del Chocolate y una célebre chocolatería, Sonrisas , donde ya a las siete de la mañana se están sirviendo tazas humeantes con churros.
LA VILA JOIOSA (ALICANTE)
El único lugar que podría disputarle a Astorga el título de capital española del chocolate es La Vila Joiosa, donde esta delicia ya era bien conocida en el siglo XVII, cuando los marineros vileros, diestros en el comercio de cabotaje, se proveían en Cádiz de salazones, almendras y exóticos productos de ultramar, como el cacao. De las 29 fábricas que había en 1937, tres han resistido, mejor o peor, el tsunami del progreso: Valor (valor.es), que tiene una plantilla de más de 300 trabajadores y un estupendo museo; Clavileño, cuyos orígenes se remontan a 1880, y Pérez , la única donde aún se elabora el chocolate de forma artesanal. Las tres se pueden visitar gratuitamente.
SUECA (VALENCIA)
Aquí, en la tierra y la ciudad del arroz, choca hallar un museo del chocolate. Pero es que el chocolate es más valenciano (casi) que la horchata. Que se lo pregunten si no a la familia Comes, que lleva elaborándolo oficialmente desde 1870, aunque ya antes había algún tataradeudo dándole a la piedra. En su fábrica-museo, además de mil cachivaches, veremos cómo elaboran los típicos chocolates a la piedra en forma de bollet (una barrita cilíndrica, con aspecto de habano), tal cual hacían sus ancestros. También siguen produciendo el chocolate a la piedra con algarroba que lo petaba en la posguerra. Pero no solo de la tradición viven los Comes: han sido pioneros al lanzar un chocolate a la piedra picante y otro valencianísimo, con chufas. (H).